“El líder de hoy” debe ser ético, disciplinado, innovador, responsable y con capacidad de cambio permanente. Debe ser un ejemplo y debe sea un Líder de campo y no de escritorio."
La “empresa de hoy” es altamente competitiva, con una capacidad de permeabilidad y adaptabilidad casi inmediata e imperceptible a las condiciones del mercado y necesidades del cliente, con un eficaz sistema de retroalimentación y análisis de la información del entorno, una cultura de innovación y mejora continua, y sobre todo, altamente rentable. Con las características mencionadas anteriormente se puede decir que es la descripción de la empresa modelo que todo accionista, cliente, empleado, sociedad y partes interesadas en general con la cual quisieran estar involucrados.
Toda empresa que desea crecer, aunque no se declare explícitamente, busca convertirse en dicho modelo en el mediano y largo plazo. El camino de por si no es fácil, a esto se suma que la dirección de la empresa no se sabe cómo y por dónde empezar el proceso de cambio. Se gastan miles de dólares en consultorías, sistemas informáticos de soporte, implementación de herramientas de gestión como los establecidos con las normas ISO 9000 y el tan de moda Tablero de Comando. En el mejor de los casos se logra estandarizar y facilitar la recopilación de información de la empresa, logrando una forma más ordenada y clara de seguir leyendo los mismos resultados que se obtenían antes de su implementación.
La “empresa de hoy” debe estar dirigida por el “líder de hoy”, sin esta combinación es muy probable que se sigan mal gastando el dinero en más consultorías e implementaciones que no retribuyan lo esperado. La Alta Dirección debe convertirse en el “líder” de la “Empresa de Hoy” para alcanzar este modelo ansiado. El “líder de hoy” es aquel con la capacidad de poder recolectar e interpretar información el entorno en el que se desenvuelve la empresa, es capaz de tomar decisiones en base a esa interpretación y hacer un seguimiento a los resultados alcanzados con las mismas. Los directivos o gerentes de las empresas actuales están tendiendo cada vez más a ser solo líderes de escritorio, cuando en realidad deben encabezar las investigaciones, las implementaciones y los análisis de los resultados que se obtengan con las mismas. Sólo de esta manera podrán interpretar el entorno y la repercusión hacia el interior de la empresa y viceversa. Esto no significa que los directivos y gerentes realicen personalmente las labores, para eso cuentan con todo un equipo de trabajo al cual deben utilizar eficazmente. Sin embargo existe una gran diferencia entre solicitar informes de la situación interna y externa al equipo de trabajo y liderar la recolección y el análisis de los mismos.
El “líder de hoy” debe tener la capacidad de adaptarse rápidamente al cambio, para así poder trasmitir a todo su equipo esa capacidad de adaptación y cambio permanente según las necesidades del entorno. El “líder de hoy” debe convertirse primero para luego poder trasmitir y exigir a su equipo de trabajo lo que quiere que ellos sean y la manera en la que quiere que actúen. Para dirigir la “empresa de hoy” se debe ser ético, disciplinado, ordenado, proactivo, innovador y sobre todo, no ser un gerente o director detrás de un escritorio. El líder debe formarse constantemente en temas referentes a la industria, porque debe ser un líder y un guía eficaz para su equipo, a su vez, debe enfocarse en formar personal competente, sólo así podrá tener un equipo que pueda seguir el ritmo requerido en la actualidad. Es importante considerar la capacitación como una inversión muy rentable para la empresa, siempre y cuando se tenga la capacidad de seleccionar el tipo de capacitación requerida por cada miembro del equipo según sus responsabilidades y funciones asignadas.
Cuando se logra empapar la empresa con una cultura de disciplina, orden, pro actividad, ética, innovación permanente y con sólo una cosa constante, el cambio; se puede decir que es el tiempo de invertir en consultorías o implementaciones de herramientas como los sistemas de gestión de la calidad, el Balanced Score Card y otras de vigencia actual. Con este modelo de organización las herramientas mencionadas anteriormente serán vistas como un medio de ser más competitivo, y no así como un fin a alcanzar. La empresa usará estas herramientas para mejorar e innovar constantemente y esto traerá rédito favorable.
Es muy probable que muchos directivos piensen que todo lo expuesto anteriormente solo sea una utopía en dirección, y seguirán con su estilo actual de liderazgo, el cual les ha traído resultados positivos hasta ahora. Sin embargo estos resultados seguirán siendo lo suficiente para competir en un mercado local o regional; sin embargo para quienes quieren crecer, competir internacionalmente, marcar el camino de la industria y sobre todo mantenerse en ese nivel, este estilo de liderazgo es al cual se debe tender.
La “empresa de hoy” es altamente competitiva, con una capacidad de permeabilidad y adaptabilidad casi inmediata e imperceptible a las condiciones del mercado y necesidades del cliente, con un eficaz sistema de retroalimentación y análisis de la información del entorno, una cultura de innovación y mejora continua, y sobre todo, altamente rentable. Con las características mencionadas anteriormente se puede decir que es la descripción de la empresa modelo que todo accionista, cliente, empleado, sociedad y partes interesadas en general con la cual quisieran estar involucrados.
Toda empresa que desea crecer, aunque no se declare explícitamente, busca convertirse en dicho modelo en el mediano y largo plazo. El camino de por si no es fácil, a esto se suma que la dirección de la empresa no se sabe cómo y por dónde empezar el proceso de cambio. Se gastan miles de dólares en consultorías, sistemas informáticos de soporte, implementación de herramientas de gestión como los establecidos con las normas ISO 9000 y el tan de moda Tablero de Comando. En el mejor de los casos se logra estandarizar y facilitar la recopilación de información de la empresa, logrando una forma más ordenada y clara de seguir leyendo los mismos resultados que se obtenían antes de su implementación.
La “empresa de hoy” debe estar dirigida por el “líder de hoy”, sin esta combinación es muy probable que se sigan mal gastando el dinero en más consultorías e implementaciones que no retribuyan lo esperado. La Alta Dirección debe convertirse en el “líder” de la “Empresa de Hoy” para alcanzar este modelo ansiado. El “líder de hoy” es aquel con la capacidad de poder recolectar e interpretar información el entorno en el que se desenvuelve la empresa, es capaz de tomar decisiones en base a esa interpretación y hacer un seguimiento a los resultados alcanzados con las mismas. Los directivos o gerentes de las empresas actuales están tendiendo cada vez más a ser solo líderes de escritorio, cuando en realidad deben encabezar las investigaciones, las implementaciones y los análisis de los resultados que se obtengan con las mismas. Sólo de esta manera podrán interpretar el entorno y la repercusión hacia el interior de la empresa y viceversa. Esto no significa que los directivos y gerentes realicen personalmente las labores, para eso cuentan con todo un equipo de trabajo al cual deben utilizar eficazmente. Sin embargo existe una gran diferencia entre solicitar informes de la situación interna y externa al equipo de trabajo y liderar la recolección y el análisis de los mismos.
El “líder de hoy” debe tener la capacidad de adaptarse rápidamente al cambio, para así poder trasmitir a todo su equipo esa capacidad de adaptación y cambio permanente según las necesidades del entorno. El “líder de hoy” debe convertirse primero para luego poder trasmitir y exigir a su equipo de trabajo lo que quiere que ellos sean y la manera en la que quiere que actúen. Para dirigir la “empresa de hoy” se debe ser ético, disciplinado, ordenado, proactivo, innovador y sobre todo, no ser un gerente o director detrás de un escritorio. El líder debe formarse constantemente en temas referentes a la industria, porque debe ser un líder y un guía eficaz para su equipo, a su vez, debe enfocarse en formar personal competente, sólo así podrá tener un equipo que pueda seguir el ritmo requerido en la actualidad. Es importante considerar la capacitación como una inversión muy rentable para la empresa, siempre y cuando se tenga la capacidad de seleccionar el tipo de capacitación requerida por cada miembro del equipo según sus responsabilidades y funciones asignadas.
Cuando se logra empapar la empresa con una cultura de disciplina, orden, pro actividad, ética, innovación permanente y con sólo una cosa constante, el cambio; se puede decir que es el tiempo de invertir en consultorías o implementaciones de herramientas como los sistemas de gestión de la calidad, el Balanced Score Card y otras de vigencia actual. Con este modelo de organización las herramientas mencionadas anteriormente serán vistas como un medio de ser más competitivo, y no así como un fin a alcanzar. La empresa usará estas herramientas para mejorar e innovar constantemente y esto traerá rédito favorable.
Es muy probable que muchos directivos piensen que todo lo expuesto anteriormente solo sea una utopía en dirección, y seguirán con su estilo actual de liderazgo, el cual les ha traído resultados positivos hasta ahora. Sin embargo estos resultados seguirán siendo lo suficiente para competir en un mercado local o regional; sin embargo para quienes quieren crecer, competir internacionalmente, marcar el camino de la industria y sobre todo mantenerse en ese nivel, este estilo de liderazgo es al cual se debe tender.
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