Puruchuco: Ni el tajo ni el olvido
Turistas observan las Ruinas Arquitectónicas de Puruchuco, en el distrito limeño de Ate-Vitarte. (Foto: ANDINA)
Patrimonio en peligro, territorio en disputa, Lima milenaria, alcaldes y curacas, centro comercial, progreso, destrucción, poder, cultura e identidad. Éstas son algunas de las palabras que pueden asociarse con los recientes y no tan recientes debates y gestiones vinculados a la latente amenaza que aún existe para la conservación de Puruchuco, una de las más de 200 huacas que posee la ciudad de Lima. Si bien en los medios de comunicación no han discutido mucho el tema, en el último mes se ha intensificado la disputa originada por el proyecto de la ampliación de la avenida Javier Prado, en el distrito de Ate.
Éste es un proyecto que se remonta a la década de 1980, cuando el Instituto Metropolitano del Municipio de Lima se encontraba a cargo de la planificación de estos temas. Sin embargo, su viabilidad no ha sido resuelta hasta la fecha. La razón: la ampliación de esta avenida implica (desde sus inicios) la demolición de un área significativa del complejo arqueológico Puruchuco, centro ceremonial prehispánico que es conocido, entre otras cosas, por ser uno de los últimos espacios de resistencia inca en esta zona de la costa. Y que además posee el primer museo de sitio de toda Latinoamérica, cuya creación estuvo a cargo del recordado investigador Arturo Jiménez Borja.
Obras iniciadasMediante notas en la prensa y enlaces vía microondas en diversos programas de televisión matutinos, la Municipalidad de Ate, a través de la voz de su alcalde, Óscar Benavides, informó sobre el inicio de las obras del proyecto “Ampliación de la avenida Javier Prado” el pasado 26 de diciembre. Si bien los trabajos han comenzado con la construcción de un paso a desnivel a la altura del kilómetro 6,5 de la carretera Central como primer tramo del proyecto, la obra continuará avanzando tramo por tramo hasta llegar a la zona circundante a la huaca Puruchuco, aproximadamente en un lapso de tres meses, según la Municipalidad.
Para justificar la obra, la alcaldía se apoya en argumentos inválidos que buscan ser legitimados con medias verdades. En primer lugar, afirman que el Instituto Nacional de Cultura (INC) autorizó la obra en el año 2003 (resolución directoral nacional 268/INC), durante la gestión del arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras; cierto, pero para ello la Municipalidad tenía que cumplir con una serie de requisitos que nunca completó. Asimismo, aseguran que la ampliación de la avenida Javier Prado es necesaria para descongestionar el tránsito hacia la carretera Central; cierto, pero el polémico alcalde no menciona que existen otras opciones para mejorar este problema —por ejemplo, la habilitación de la avenida Separadora Industrial, actualmente muy poco transitada—. Otro “argumento” del que se ha valido el cuestionado señor Benavides las últimas semanas es que la construcción de la pista a tajo abierto, que destruiría Puruchuco, traerá “desarrollo y modernidad” a la comunidad. Al parecer, este señor entiende el progreso como la construcción del centro comercial Real Plaza del grupo Interbank, proyecto que ocupará el terreno ubicado exactamente al frente de Puruchuco y cuya principal vía de acceso sería, precisamente, la prolongación de la avenida Javier Prado.
¿Qué diferencia a este conflicto de los muchos que ahora existen en nuestra ciudad, derivados de cambios o adaptaciones en la zonificación, problemas de saneamiento, obras sin autorización, entre otros?
La vulnerabilidad de la huaca Puruchuco se asemeja a todos aquellos casos, pasados y recientes, en los que un urbanismo mal planificado ha llevado a que el avance de la infraestructura de la ciudad se contraponga a la conservación de sitios arqueológicos y otros espacios valiosos. Pensemos que si a inicios del siglo XX todavía existían alrededor de 500 huacas en Lima, ¿cuántas huacas se habrán borrado del mapa de la ciudad los últimos 50 años? Por mencionar solo un ejemplo, recordemos que buena parte de las instalaciones de la Universidad Católica y de la Universidad de San Marcos han sido construidas sobre complejos prehispánicos que incluyen parte del Camino Inca o Qhapac Ñan. Pero quienes han marcado la diferencia en este caso desde hace muchos años son las organizaciones y personas, entre vecinos, investigadores y ciudadanos interesados que vienen uniendo esfuerzos para la defensa de Puruchuco. A través de iniciativas legales y de difusión, su labor ha permitido que un área importante del complejo no haya sido destruida.
Como resultados de estas iniciativas que incluyen movilizaciones sociales y pronunciamientos de diversos colectivos, puede decirse que mientras que hace unas semanas la única “solución” para llevar adelante los trabajos de la obra contemplaba explícitamente la destrucción del centro, hoy en día el panorama es más optimista. Como consecuencia de la presión ciudadana, apenas empezando el año el Ministerio de Cultura (MINCUL) emitió un comunicado “poniendo el parche” a las pretensiones del alcalde Benavides de hacer realidad su publicitado tajo abierto para atravesar Puruchuco. Concretamente, el MINCUL ha expresado que: “No acepta el corte del Cerro Mayorazgo y considera que se debe reformular el diseño de la vía buscando alternativas que protejan el patrimonio, como podría ser un paso a desnivel subterráneo. Deben, por tanto, agotarse todos los esfuerzos técnicos para evitar el corte a tajo abierto en el Cerro Mayorazgo” (Comunicado 001-2012-MC). Gracias a su rango ministerial, ésta directiva anula aquella del año 2003, en la que se ha venido apoyando el alcalde para justificar sus pretensiones destructivas de memoria y patrimonio.
¿Y si la Municipalidad de Ate, en vez de actuar como empresa constructora del Real Plaza, auspiciara un proyecto de puesta en valor de Puruchuco que permitiría aumentar las posibilidades de desarrollo de la comunidad?
Puesta en valor y desarrolloEn una carta abierta difundida recientemente a través de las redes sociales, el artista Herbert Rodríguez, activo participante de las movilizaciones y de la difusión de patrimonio en peligro, resalta: “Valorar el patrimonio está relacionado con los derechos culturales, esto es, implica hacer realidad que todas las personas tengan garantizadas las mismas oportunidades para poder elegir la identidad propia, que cada peruano y peruana tengan garantizado su derecho a la propia concepción de la vida y a vivir de acuerdo a su identidad espiritual, étnica y cultural”.
Como se desprende de lo que ocurre con Puruchuco, la gestión del patrimonio puede ponerse en riesgo debido a una serie de intereses comerciales, políticos e incluso de índole cultural. Entender el desarrollo como un asunto exclusivamente comercial limita enormemente el potencial con que cuenta el país para trabajar por el bienestar común.
¿Y qué pasaría si la Municipalidad de Ate, en vez de actuar como empresa constructora del Real Plaza, auspiciara un proyecto de puesta en valor de Puruchuco que permitiría aumentar considerablemente la afluencia de turistas en la zona y, en consecuencia, la mejora de ingresos y posibilidades de desarrollo de la comunidad? Recordemos que desde hace ya muchos años organismos internacionales como la UNESCO, consideran el patrimonio natural y cultural como elementos necesarios para el desarrollo humano. Hay varios casos exitosos de este tipo, sin contar al hoy caótico Machu Picchu. En Lima es conocida la gestión de la Huaca Pucllana de Miraflores, en la que a través de un convenio entre la Municipalidad y el entonces Instituto Nacional de Cultura se inició un proyecto arqueológico que hoy en día recibe gran número de turistas al año y cuenta con una serie de iniciativas educativas y de investigación. Asimismo, la gestión de varios complejos en el norte del país resultan buenos ejemplos del movimiento que se puede generar alrededor de un sitio arqueológico. Además del establecimiento de museos de sitio, en Túcume, por citar un caso, existe actualmente un grupo de artesanos que se dedican a la producción de objetos con diseños prehispánicos que se venden con éxito. Igualmente, el proyecto de San José de Moro de la Universidad Católica ha generado puestos de empleo a través de la venta de réplicas de piezas artísticas encontradas en el lugar, cuya elaboración se encuentra a cargo de jóvenes de la zona.
El objetivo es vincular la conservación con una gestión adecuada capaz de generar puestos de empleo y de ingreso para las comunidades locales, así como realizar planes educativos y de difusión que permitan “poner en valor” el sitio, que en muchos casos es visto como “desmonte” o “un cerro que genera interferencia a la señal de televisión”.
Según la arqueóloga Clide Valladolid, directora actual del complejo Puruchuco, hasta hace poco tiempo las instituciones del Estado habían estado utilizando una estrategia de protección alejada de la población, lo que llevó a que no se contara con su apoyo en la defensa de las zonas arqueológicas. Sin embargo, actualmente la nueva estrategia de trabajo en estos temas implica un esfuerzo conjunto con las comunidades aledañas, de tal manera que se facilite la toma de conciencia de los beneficios que supone la puesta en valor de las zonas arqueológicas. Asimismo, la doctora Valladolid menciona que para poner en valor un sitio es muy importante la participación de la empresa privada, cuyo aporte económico permitiría promover iniciativas de investigación y desarrollo. Igualmente, afirma que el establecimiento de convenios con los gobiernos locales es necesario para generar proyectos de puesta en valor, incluyendo actividades de sensibilización y difusión con los vecinos.
En este contexto, el Estado, especialmente a través del MINCUL, tiene un rol muy importante para establecer las “reglas de juego”, sensibilizar a sus autoridades del Gobierno Central, regionales y locales, y encargarse de vigilar el cumplimiento de las normas. Mas la protección y puesta en valor del patrimonio es una tarea colectiva, que involucra a la empresa privada, la sociedad civil y las autoridades locales en un esfuerzo común de beneficios colectivos.
Últimas noticiasAl parecer, una de las consecuencias del comunicado del MINCULL ha sido la iniciativa del Ministerio de Transportes que, a través de PROVÍAS, ha ofrecido colaborar en el financiamiento de un túnel que cruzaría por debajo de Puruchuco, propuesta sugerida desde algunos sectores como alternativa al tajo. El debate continúa. El ministro Peirano ha aparecido en diversos medios reafirmando la posición en contra del tajo y a favor de la conservación del complejo. El alcalde de Ate ha continuado expresando su descontento con aquellos que se encuentran “en contra del progreso de Ate” (corrección: aquellos que respetan y valoran el patrimonio), y la situación continúa sin resolverse definitivamente. A pesar de que la Municipalidad de Ate ya no cuenta con la aprobación del Ministerio de Cultura, la obra iniciada en la carretera sigue avanzando y en pocas semanas más llegaría al tramo que corresponde a Puruchuco.
¿Cómo se resolverá este problema? ¿Acaso la balanza se inclinará nuevamente a favor de la destrucción de nuestro patrimonio y la construcción de una pista hacia “el progreso”? ¿Es que ya es oficial que el urbanismo de Lima se organiza en función de intereses económicos con nombre propio? De no haber un verdadero cambio en la gestión de la ciudad y en la manera en que actúan los gobiernos locales, a Lima, de milenaria, no le quedará más que el nombre.
La huaca Puruchuco continúa en peligro y se necesitan acciones concretas que garanticen su protección. Éste y muchos otros casos de patrimonio amenazado nos llaman a reflexionar y, sobre todo, nos motivan a exigir que las autoridades y ciudadanos, tomemos conciencia del significado y valor de nuestro patrimonio. Es la herencia colectiva que, si dejamos de ver como un obstáculo, puede convertirse en una gran riqueza histórica y cultural y constituirse en un elemento fundamental para una nueva manera de entender la gestión de la ciudad y el desarrollo del país.
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