sábado, 18 de febrero de 2012

LA FAMILIA Y EL TRABAJO

En una revista norteamericana leí que los hombres tienen grandes conflictos para conciliar el trabajo con su tiempo libre..., ojalá ese fuera el problema de las mujeres. Hoy en día vivimos a toda velocidad intentando atender nuestros compromisos, combinar la familia, el trabajo, los pendientes y la vida pasa de prisa. Además pretendemos ser felices, todos queremos realizarnos; cabe preguntarnos: ¿lo estamos logrando? ¿Cómo? ¿Dónde está la verdadera realización de la mujer? ¿No será que muchas veces, en lugar de sembrar felicidad, estamos sembrando ansiedad?
        La vida es corta, nacemos sin manual de instrucciones ni garantía adjunta. La vida está abierta, es una página en blanco donde cada quien es responsable de escribir su propia historia. ¿Todas las vidas tienen un final feliz? No. Es un hecho que podemos conducir nuestra biografía al éxito o al fracaso, trascender o vegetar en la mediocridad, mucho dependerá del camino que elijamos. Cada una en medio de nuestras circunstancias particulares elegimos un camino, aceptamos o rechazamos las diferentes opciones. No es destino, es elección. ¿Pero elegimos bien? El mercado nos presenta muchos paradigmas: dinero, tener más, placer, sentir más, el éxito profesional, aparecer o contribuir más, la maternidad o la no fecundidad, permanecer en la familia o en la “liberación” de la misma, en el poder, cuando nos autoafirmamos a costa de otros. ¿Cuál es la respuesta? ¿Qué costo tiene? ¿Estoy dispuesta a pagarlo? Al elegir, no bastan las buenas intenciones. Es una decisión muy importante, una inversión trascendental afecta tu vida y la de los que te rodean. Mientras vivas puedes cambiar de rumbo, pero no puedes borrar el pasado. Conocemos casos de mujeres ejemplares y también casos de hechos lamentables.
        No todo lo que brilla es oro. Es importante saber invertir. Es una pena observar casos donde una persona apuesta toda su vida a una carta. Después de un frenético esfuerzo, de muchos años de trabajo, lo más que obtiene es un éxito fugaz y un amargo desencanto, no se realizó como esperaba. No hay recetas absolutas, pero sí patrones comunes que compartimos todas las mujeres. A todos nos hace felices sentirnos seguros, reconocidos, útiles. Es más, todos tenemos un anhelo interior al que sólo puede responder el amor. Necesitamos amar y ser amados. En la entrega se experimenta la plenitud. La primera experiencia la tenemos en la familia.
"El amor no es azúcar"        La familia es la institución más importante de la humanidad. El hombre y la mujer están llamados al amor, y el ámbito natural es la familia; la familia es la escuela, la universidad del amor. Y el amor no es azúcar, sentimiento y miel, el amor es donación, entrega, buscar la felicidad y el bien del otro. Una familia sin amor será hotel, restaurante, cuartel, posada, todo menos la comunidad íntima de personas que deben ser, que permite que se perfeccionen hacia adentro (como esposos, como padres, como hijos) y hacia fuera (sirviendo a los demás) construyendo la sociedad.
        La familia con el amor es todo, sin el amor es nada. ¡Que no falte el amor en tu familia! Y si no aman, enséñales. A amar se aprende siendo amado. Tú puedes marcar la diferencia. ¡Que no te falte el amor! Y es aquí donde la mujer es imprescindible como transmisora de cultura, de valores, de códigos de conducta. No podemos olvidarnos de la educación de los hijos. Lo importante no son los títulos universitarios, lo importante son los valores. “Estar con los hijos” es a veces más importante que “hacer cosas por los hijos”. La familia necesita un sustento económico, por lo tanto requiere que sus miembros trabajen, pero no es su única necesidad. No hay que olvidar ni descuidar las necesidades afectivas, relacionales y formativas.
La familia es el criterio        El trabajo es ley de vida. La mujer siempre ha trabajado, no es novedad. La novedad radica en que ahora también trabaja fuera del hogar. ¿Cómo conciliar trabajo y familia? ¡Es un reto! Las respuestas hay que buscarlas aún. La mujer tiene mucho que aportar y las empresas, la sociedad y el gobierno deben generar las estructuras necesarias para conciliar estas dos realidades. Cada día más mujeres trabajan por necesidad: salarios bajos, desempleo o abandono del marido. La mujer es sostén imprescindible de la familia. El acceso de la mujer a la educación también ha fomentado la incorporación laboral. Las prácticas laborales existentes (v.gr. jornadas excesivas e interminables) le dificultan en gran medida la atención requerida a sus hijos y a su familia. La mujer es protagonista y pilar de cambio social desde la familia y desde la sociedad. Es urgente conciliar el binomio familia-trabajo: son dos bienes irrenunciables.
        ¿Cuánto tiempo le damos al trabajo? ¿Cuánto tiempo le damos a la familia? No hay una única respuesta, pero sí hay un principio aplicable a todos, el principio del “tanto, cuanto”. ¿Cuánto debo trabajar? Tanto como lo necesite mi familia. ¿Cuánto debo estar en casa? Tanto cuanto lo necesite mi familia en ese momento específico. Darle a cada uno lo suyo teniendo como prioridad a la familia. Trabajamos para la familia, no al revés. En lengua china crisis y oportunidad son la misma palabra. La mujer que trabaja tiene la oportunidad de encontrar nuevos caminos con creatividad, esfuerzo y amor para conciliar familia y trabajo. Cuando la mujer ama, el mundo progresa, la mujer humaniza el mundo. No nos quedemos con los problemas, encontremos soluciones.

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