viernes, 13 de abril de 2012

Corrupción y crisis de valores




Corrupción y crisis de valores
Si la sociedad no tiene conciencia de esos valores que toda persona de buena voluntad acepta la sociedad será cómplice o víctima culpable de la corrupción
Javier Garralda Alonso
Si se cree que no existen el bien y el mal absolutos (como mantiene la asignatura obligatoria ‘Educación para la Ciudadanía’), sino que cada cual puede fabricarse una moral a la carta según sus gustos y apetencias. Si se piensa que ‘el fin justifica los medios’, como practican muchos políticos y partidos políticos, y que si las consecuencias son buenas ya una acción mala, en sí misma, se convertiría en ‘buena’. Si no se cree en un Dios infinitamente misericordioso, pero a la vez infinitamente justo, que en la otra vida premiará o castigará nuestras acciones según sean justas o injustas (y no son raros incluso los eclesiásticos que venden un Dios marioneta que tendría unas tragaderas totales y no castigaría nada, porque se dice que Dios es tan misericordioso que no puede castigar). Si no se cree que el robo es un gran crimen, un gran pecado, que exige para ser perdonado devolver lo robado.
Si no se cree que hay que amar a todos y especialmente al más necesitado, a los más pobres de nuestra sociedad. ¿Qué dique podrá levantarse para impedir que personas sin escrúpulos roben precisamente a los más pobres para engrosar su bolsillo?

Si se creen tamañas aberraciones y no se da cabida a los verdaderos valores ni en la mente ni en el corazón, la corrupción seguirá a toda vela. Eso sí, en medio de la hipocresía farisaica de rasgarse las vestiduras en público cada vez que aflore una corrupción concreta que no pueda negarse, pero prosiguiendo corrompiéndose y corrompiendo con mayor astucia y disimulo.

Y si la sociedad no tiene conciencia de esos valores, que toda persona de buena voluntad acepta, toda la sociedad será cómplice o víctima culpable de la corrupción.

Sin rearmar la conciencia y convertir el corazón, en vano se gritará contra la corrupción, pues de un corazón corrupto sólo pueden salir pensamientos y acciones corruptos.

Y formar a la sociedad, empezando por nuestros niños y jóvenes en los valores de honradez de amor y de santo temor de Dios, será el mayor servicio que podemos hacer a la comunidad que, si no, está condenada a desangrarse moral y económicamente

CRITICA CONSTRUCTIVA



Crítica constructiva: Se puede definir como todo aquel discernimiento que solemos realizar, con el objetivo de ayudar a los demás. Se la considera como una actitud madura, responsable y llena de respeto hacia quienes esta dirigida.
Su valor se funda básicamente en el propósito de lograr un cambio favorable que beneficie a cada una de las personas involucradas en determinadas circunstancias, en sentido de colaboración y respeto fundamentalmente. Sin embargo, hay que tener en cuenta que a veces corremos el riesgo de sujetarnos a este único punto de vista, sin tener presente cuales son verdaderamente las necesidades de los demás.
Es por ello, que esta actitud de criticar constructivamente desarrolla valores muy importantes como lo son la lealtad, honestidad, sencillez, respeto y la amistad. Siempre debemos dejarle en claro al receptor de que nuestra intencionalidad es criticar para construir y de esa manera cambiar y mejorar nuestra forma de vida. Todo ello evitará malos entendidos y una mejor predisposición del sujeto a recibirlo.

Por lo general, nos ocurre que manifestamos inconformidad casi de todo, lo que tiende a realizar una crítica en forma de oposición y rechazo a todo aquello que nos disgusta; es decir hablamos sin fundamentos como simples autoridades competentes. Y por lo tanto son pocas las veces que realizamos un juicio objetivo y valiente sobre nuestro comportamiento y modo de pensar.
Las críticas que realizamos son porque no nos gusta la forma en la que se trabaja en el ámbito diario en el que nos encontramos, calificamos negativamente a nuestros colegas, señalando sus defectos, costumbres y hábitos de nuestros conocidos y amigos, nos enfurecemos cuando en casa las cosas no se hacen a nuestro antojo. Sin embargo, todas ellas son críticas duras y severas hacia personas que conocemos y lugares al que concurrirnos. La cuestión sería preguntarnos si todas estas opiniones negativas son favorables o constructivas en algo.
No debemos olvidarnos que las actitudes honestas, leales y sencillas; determinan que nuestras críticas adquieran valor. Si hay determinadas cosas que nos incomodan, la acción más acertada es acercarnos a los interesados y expresarles abiertamente nuestro punto de vista, logrando que ellos dispongan de su escucha y obtengamos un resultado provechoso para todos.
Ser autocríticos, es evaluar con sencillez y valentía nuestro modo de ser, para concretar finalmente los propósitos que nos ejerciten el verdadero valor de la crítica constructiva. Por ejemplo; escuchar y preguntar a las personas tratando de evaluar cada situación que se presenta, para obtener los elementos que formaran un juicio correcto y acertado para la misma.
Además, debemos tener en cuenta que para ayudar a los demás debemos examinarnos a nosotros mismos, y no criticar por el solo hecho sin saber si no poseemos o hacemos los mismos errores.
Descubre siempre todo lo bueno de las personas y de las cosas. Medita tus intenciones y sentimientos antes de pronunciar algo que no tenga vuelta atrás, remitiéndote a los hechos y no a simples suposiciones. Y lo más importante es que para mejorar tu mismo, debes aceptar con madurez todo tipo de críticas y comentarios que hacen a tu persona.
En conclusión, la reflexión es el camino que debe adoptarse para formular de manera responsable cualquier tipo de crítica. El respeto que debemos a las personas se manifiesta procurando su mejora individual. Finalmente, ello nos llevará a actuar con justicia, convirtiéndose en una actitud de servicio e interés hacia nuestros pares.

VOCACION DE SERVICIO



Servir implica ayudar a alguien de una forma espontánea, es decir adoptar una actitud permanente de colaboración hacia los demás. Una persona servicial supone que traslada esta actitud a todos los ámbitos de su vida: en su trabajo, con su familia, ayudando a otras personas en la calle, cosas que aparecen como insignificantes, pero que van haciendo la vida más ligera y reconfortante. Es posible que recordemos la experiencia de algún desconocido que apareció justo cuando necesitábamos ayuda, que luego después de ayudarnos, se perdió y no supimos nada más
Las personas que son serviciales están continuamente atentas, observando y buscando la oportunidad para ayudar a alguien. Siempre aparecen de repente con una sonrisa y las manos por delante dispuestos a ayudar, en todo caso, recibir un favor hace nacer en nuestro interior un profundo agradecimiento.
La persona servicial, ha superado barreras que parecen infranqueables para las otras personas:
- El miedo a convertirse en el que “siempre hace todo”, en el cual, las otras personas, descargarán parte de sus obligaciones, aprovechándose de su buena predisposición. Ser servicial no es ser débil, incapaz de levantar la voz para negarse, al contrario, por la rectitud de sus intenciones sabe distinguir entre la necesidad real y el capricho.
- Muchas veces nos molestamos porque nos solicitan cuando estamos haciendo nuestro trabajo, o relajados en nuestra casa (descansando, leyendo, jugando, etc).
En estos momentos pensamos ¡Qué molesto es levantarse a contestar el teléfono, atender a quien llama la puerta, ir a la otra oficina a recoger unos documentos... ¿Por qué “yo” si hay otros que también pueden hacerlo?
En este sentido, poder ser servicial implica superar estos pensamientos y actitudes, en otras palabras, quien supera la comodidad, ha entendido que en nuestra vida no todo está en el recibir, ni en dejar la solución y atención de los acontecimientos cotidianos, en manos de los demás.
- A veces se presta un servicio haciendo lo posible por hacer el menor esfuerzo, con desgano y buscando la manera de abandonarlo en la primera oportunidad. Alli se manifiesta la pereza, que también impide ser servicial. Es claro que somos capaces de superar la apatía si el favor es particularmente agradable o de alguna manera recibiremos alguna compensación. ¡Cuántas veces se ha visto a un joven protestar si se le pide lavar el automóvil...! pero cambia su actitud radicalmente, si existe la promesa de prestárselo para salir con sus amigos.
Cada vez que ayudamos a alguien, por pequeño que sea, nos proporciona esa fuerza para vencer la pereza, dando a quienes nos rodean, un tiempo para atender otros asuntos o simplemente, descansar de sus labores cotidianas.
La base para vivir este valor es la rectitud de nuestras intenciones, porque es evidente cuando las personas actúan por interés o conveniencia, llegando al extremo de exagerar en atenciones y cuidados a determinadas personas, por su posición social o profesional, al grado de convertirse en una verdadera molestia. Esta actitud tan desagradable no recibe el nombre de servicio, sino de “servilismo”.
Algunos servicios cotidianos están muy relacionados con nuestros deberes y obligaciones, sin embargo, siempre lo relegamos a los demás o no tomamos conciencia de la necesidad de nuestra intervención:
- Pocos padres de familia ayudan a sus hijos a hacer los deberes escolares, pues es la madre quien siempre está pendiente de esa cuestión. Darse tiempo para hacerlo, permite al cónyuge dedicarse a otras labores.
- Los hijos no ven la necesidad de colocar la ropa sucia en el lugar destinado, si es mamá o la empleada del hogar quien lo hace regularmente.
Algunos otros detalles de servicio que pasamos por alto, se refieren a la convivencia y a la relación de amistad:
- No hace falta preocuparse por preparar la cafetera en la oficina, pues (él o ella) lo hace todas las mañanas.
- En las reuniones de amigos, dejamos que (ellos, los de siempre) sean quienes ordenen y recojan todo lo utilizado, ya que siempre se adelantan a hacerlo.
Estas observaciones nos demuestran que no podemos ser indiferentes con las personas serviciales, todo lo que hacen en beneficio de los demás requiere un esfuerzo, el cual muchas veces, pasa desapercibido por la forma habitual con que realizan las cosas.
Ello supone que, como muchas otras cosas en la vida, adquirir y vivir un valor, requiere estar dispuestos y ser conscientes de nuestras acciones, orientadas hacia ese objetivo. Al respecto debemos realizar algunas consideraciones:
- Realizar esfuerzos por descubrir aquellos pequeños detalles de servicio en lo cotidiano y en lo común: ceder el paso a una persona, llevar esos documentos en vez de esperar que lo haga otro, ayudar en casa a juntar los platos y lavarlos, mantener ordenado el cuarto o mis objetos personales en el trabajo. Estas actitudes nos capacitan para hacer un mayor esfuerzo en lo sucesivo.
- Nunca prestamos atención, pero los demás hacen muchas cosas por nosotros sin que solicitemos su ayuda. Cada una de estas pequeñas situaciones pueden convertirse en un propósito y una acción personal.
- Debemos dejar de pensar que “siempre me lo piden a mí”. ¿Cuantas veces te niegas a servir?... seguramente muchas y frecuentemente. Existe un doble motivo para esta insistencia, primero: que nunca ayudas, y segundo: se espera un día poder contar contigo.
- Si algo se te pide no debes detenerte a considerar lo agradable o no de la tarea, por el contrario, sin perder más tiempo necesitas emprender la tarea que se te solicitó.
Todo esto nos lleva a una conclusión: esperar a recibir atenciones tiene poco mérito y cualquiera lo hace, para ser servicial hace falta iniciativa, capacidad de observación, generosidad y vivir la solidaridad con los demás, haciendo todo aquello que deseamos que hagan por nosotros, viendo en los demás a su otro yo.

La Familia

La Familia: Cuando hablamos de familia hacemos referencia a un grupo humano que convive y comparte un mismo espacio. De esta forma, se hace explícita la importancia de la manutención, el respeto, los cuidados y la educación de todos sus miembros. En este sentido, el objetivo es descubrir la esencia que hace a la familia el lugar ideal para forjar los valores, y de esta forma, alcanzar un modo de vida más humano y tolerante, que luego será transmitido a la sociedad entera.
Lo que hay que tener en cuenta es que, el valor de la familia no reside solamente en aquellos encuentros habituales que se gestan en su seno, así como los momentos de alegría y la resolución de problemas cotidianos. El valor nace y se desarrolla cuando cada uno de sus miembros asume con responsabilidad y alegría el papel que le ha tocado desempeñar en la familia, procurando el bienestar, desarrollo y felicidad de todos los demás.
Esto demuestra que formar y llevar una familia por un camino de superación permanente no es una tarea sencilla. Por el contrario, la vida actual y sus exigencias pueden dificultar la colaboración y la interacción. Las razones de ello se encuentran en que muchas veces ambos padres trabajan. Ante esta situación, es necesario dar orden y prioridad a todas nuestras obligaciones y aprender a vivir con ellas. Debemos olvidar que cada miembro cumple con una tarea específica y un tanto aislada de los demás: papá trabaja y trae dinero, mamá cuida hijos y mantiene la casa en buen estado, los hijos estudian y deben obedecer.
Es necesario reflexionar que el valor de la familia se basa fundamentalmente en la presencia física, mental y espiritual de las personas en el hogar, con disponibilidad al diálogo y a la convivencia, haciendo un esfuerzo por cultivar los valores en la persona misma, y así estar en condiciones de transmitirlos y enseñarlos. En un ambiente de alegría toda fatiga y esfuerzo se aligeran, lo que hace ver la responsabilidad no como una carga, sino como una entrega gustosa en beneficio de nuestros seres más queridos y cercanos.
Lo primero que debemos resolver en una familia es el egoísmo: mi tiempo, mi trabajo, mi diversión, mis gustos, mi descanso... si todos esperan comprensión y cuidados ¿quién tendrá la iniciativa de servir a los demás? Si papá llega y se acomoda como sultán, mamá se encierra en su habitación, o en definitiva ninguno de los dos está disponible, no se puede pretender que los hijos entiendan que deben ayudar, conversar y compartir tiempo con los demás.
La generosidad nos hace superar el cansancio para escuchar los problemas de los niños (o jóvenes) que para los adultos tienen poca importancia; dedicar un tiempo especial para jugar, conversar o salir de paseo con todos el fin de semana; la salida a cenar o al cine cada mes con el cónyuge... La unión familiar no se plasma en una fotografía, se va tejiendo todos los días con pequeños detalles de cariño y atención, sólo así demostramos un auténtico interés por cada una de las personas que viven con nosotros.
Otra idea fundamental es que en casa todos son importantes, nadie es mejor o superior. Se valora el esfuerzo y dedicación puestos en el trabajo, el estudio y la ayuda en casa, más que la perfección de los resultados obtenidos; se tiene el empeño por servir a quien haga falta, para que aprenda y mejore; participamos de las alegrías y fracasos, del mismo modo como lo haríamos con un amigo... Saberse apreciado, respetado y comprendido, favorece a la autoestima, mejora la convivencia y fomenta el espíritu de servicio.
Sería utópico pensar que la convivencia cotidiana estuviera exenta de diferencias, desacuerdos y pequeñas discusiones. La solución no está en demostrar quien manda o tiene la razón, sino en mostrar que somos comprensivos y tenemos autodominio para controlar los disgustos y el mal genio, en vez de entrar en una discusión donde, por lo general, nadie queda del todo convencido. Todo conflicto cuyo resultado es desfavorable para cualquiera de las partes, disminuye la comunicación y la convivencia, hasta que poco a poco la alegría se va alejando del hogar.
Cabria recalcar que los valores se viven en el hogar y se transmiten a los demás como una forma de vida, en otras palabras, dando el ejemplo. En este sentido, la acción de los padres resulta fundamental, pero los niños y jóvenes -con ese sentido común tan característico- pueden dar verdaderas lecciones de cómo vivirlos en los más mínimos detalles.
Ello puede verse reflejado en una pequeña anécdota: en una reunión pasó un pequeño de tres o cuatro años de edad frente a un familiar adulto, después de saludarle en dos ocasiones y no recibir respuesta, se dirigió a su madre y le preguntó: "¿Por qué tío (...) no me contestó cuándo le saludé?" La respuesta pudo ser cualquiera, así como los motivos para no recibir respuesta, pero imaginemos el desconcierto del niño al ver como las personas pueden comportarse de una manera muy distinta a como se vive en casa. Se nota que está aprendiendo a cultivar la amistad, a ser sociable y educado, seguramente después de este incidente le enseñarán a ser comprensivo...
En otro sentido, muchas familias se han abocado a la practica religiosa, ya que encuentran en ella, una guía y un soporte para elevar su calidad de vida, ahí se forma la conciencia para vivir los valores humanos de cara a Dios y en servicio de los semejantes. Por tanto, en la fe se encuentra un motivo más elevado para formar, cuidar y proteger a la familia.
En primer lugar los padres son quienes tienen la responsabilidad de formar y educar a sus hijos, sin embargo, estos últimos no quedan exentos. Los jóvenes solteros, y aún los niños, comparten esa misma responsabilidad, pues en este camino todos necesitamos ayuda para ser mejores personas. Actualmente triunfan aquellos que se distinguen por su capacidad de trabajo, responsabilidad, confianza, empatía, sociabilidad, comprensión, solidaridad, valores que se aprenden en casa y se perfeccionan a lo largo de la vida, según la experiencia y la intención de autosuperarse.
En este sentido, si los seres humanos nos preocupáramos por cultivar los valores en familia, todo a nuestro alrededor cambiaría, las relaciones serían más cordiales y duraderas. Así, cada miembro de la familia se convertiría en un ejemplo (según su edad y circunstancias personales), capaz de comprender y enseñar a los demás la importancia y trascendencia que tiene para sus vidas, la vivencia de los valores, los buenos hábitos y las costumbres.
La felicidad de una familia no depende del numero de personas que la integren, mientras que en ella todos participen de los mismos intereses, compartan gustos y aficciones, es decir, se interesen unos por otros.
Ahora bien, podríamos preguntarnos ¿cómo saber si en mi familia se están cultivando los valores? Encontraremos la respuesta si todos dedican parte de su tiempo para estar en casa y disfrutar de la compañía de los demás, buscando conversación, convivencia y cariño, dejando las preocupaciones y el egoísmo a un lado.
Esta serie de reflexiones demuestran que toda familia unida es feliz, más allá de la posición económica, ya que los valores humanos no se compran, se viven, se otorgan y se transmiten como un regalo más preciado que podemos dar. no existe la familia perfecta, pero si aquellas que luchan y se esfuerzan por lograrlo.
La vida en sociedad también supone una vida basada en valores. Posiblemente uno de los valores que habla más de una persona es la decencia. La misma supone una vida basada en la educación, compostura, respeto al semejante y por sí mismo

Eros Ramazzotti - otra como tu.

Beber cerveza hace a los hombres más inteligentes, según estudio


Beber cerveza hace a los hombres más inteligentes, según estudio

Viernes, 13 de Abril 2012  |  9:49 am
Beber cerveza hace a los hombres más inteligentes, según estudio
RPP
Estudio sostiene que aquellos hombres que beben un par de cervezas son más hábiles a la hora de resolver problemas.
Un par de cervezas hacen a los hombres más olvidadizos pero más "creativamente" inteligentes. Así lo demuestra un estudio de la Universidad de Illinois, en Estados Unidos.
Los autores del estudio observaron que aquellos hombres que bebían un par de cervezas eran más hábiles a la hora de resolver enigmas que aquellos que estaban completamente sobrios.
El estudio encontró que con una tasa de alcohol en sangre del 0,07, los hombres se mostraban más torpes en tareas de memoria, pero más hábiles a la hora de resolver problemas con creatividad.
Sin duda, los resultados del estudio son contrarios a la creencia generalizada de que el alcohol perjudica el pensamiento analítico y que hasta enturbia la mente.
"Tal vez el momento más creativo puede llegar cuando las personas no están tan concentradas, a veces es bueno distraerse", indicó el psicólogo Jennifer Wiley de Federation of Associations in Behavioral and Brain Sciences, informa el sitio 20minutos.es

BENAVIDES Y EL SEMBRADO DE GRASS DEL ESTADIO MUNICIPAL

UN EJEMPLO DE UNIDAD /PULIDOR MAGICO

COMO ESTABA ESTA CAMIONETA ANTES DE UN RASPON

DESPUES DE LA UNION DE UNOS AMIGOS Y COMPRAR UN PULIDOR MAGICO VEA EL RESULTADO POR USTEDES MISMOS.

ESTE CABALLERO DUEÑO DE LA CAMIONETA INSISTE EN DEJAR IMPECABLE SU CAMIONETA CON EL PULIDOR MAGICO Y EL APOYO DE SUS COMPAÑEROS UN EJEMPLO DE PERSEVERANCIA....APLAUSOS....

DESMONTE, BASURA , HUECOS EN LAS PISTAS, Y ABANDONO DE LA HUACA SANTA RAQUEL EN DISTRITO DE ATE.

MALEZA, BASURA , DESMONTE QUE TIENE VARIOS DIAS SIN EL RECOJO DEL SERVICIO DE LIMPIEZA.




EL ABANDONO DE ESTA HUACA SANTA RAQUEL EN ATE , SUCIEDAD, DESMONTES, BASURA . AHORA O DONDE SE ENCUENTRA LOS DEFENSORES DEL PATRIMONIO O EL MINISTERIO DE CULTURA ? SOLO CUANDO HAY NOTICIAS APARECEN¡?

AL COSTADO DE ESTA HUACA SANTA RAQUEL EN ATE , LOS TAXISTA DESCANSAN, LAVAN SUS AUTOS, ORINAN ETC., SIN QUE LOS VECINOS RECLAMEN O LAS AUTORIDADES MUNICIPALES DE ATE NO HACE NADA.

MAS TAXISTA LLEGAN A ESTA URBANIZACION SANTA RAQUEL I Y II EN DISTRITO DE ATE A ESPALDA DEL COLEGIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED.



AL FONDO SE APRECIA MAS BASURA AL COSTADO DE LA HUACA.


LAS PISTAS CERCA A LA ESPALDA DEL COLEGIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED CON GRANDES HUECOS., SEGUN LOS VECINOS TIENE AÑOS SIN SER REPARADAS O PARCHADAS? Y LAS AUTORIDADES DE ATE ? 


LOS TAXISTAS ORINAN EN FRASCOS DE BOTELLAS Y DEJAN EN LA AVENIDA CERCA A LA HUACA SANTA RAQUEL EN ATE.


A SALTAR SOBRE LA SOGA