jueves, 21 de julio de 2011

Cómo crece el amor entre tu bebé y tú

Cómo crece el amor entre tu bebé y tú

Escrito para BabyCenter en Español

Por Chris Woolston

La unión entre una madre y su bebé es uno de los vínculos más fuertes que existen en la naturaleza. Los demás amores vienen y van, pero una vez que te has apegado a tu bebé lo más seguro es que esta unión dure toda la vida (¡y no es porque te guste la idea de tener que cambiar miles de pañales!).

El amor que sientes por tu hijito no es simplemente intelectual o cultural, como podría ser tu amor por otras personas, sino que forma parte de tu ser. Como madres y padres — naturales, adoptivos y hasta padrastros y madrastras — estamos "programados" para formar fuertes lazos afectivos con nuestros hijos, y tu hijo también está hecho para sentir esta fuerte conexión contigo.

A lo largo de los años, los científicos y especialistas en el desarrollo infantil han descubierto detalles fascinantes acerca de esta conexión natural entre padres e hijos. Sus hallazgos nos ayudan a comprender por qué nos volvemos verdaderos "adictos" de nuestros bebés, y por qué seguimos amando profundamente a nuestros hijos a medida que crecen, a pesar de los berrinches, pleitos y discusiones. El vínculo que tienes con tu hijo cambiará con el pasar de los años, pero su importancia no disminuye nunca.

El embarazo: Amor antes de la primera vista

No te sorprendas si ya te sientes enamorada de tu bebé antes siquiera de conocerlo. Los futuros papás a menudo sienten una poderosa mezcla de emociones y anticipación, y estos sentimientos ayudan a crear el escenario para tu relación con el niño que va a nacer.

Cuando estás embarazada, tus poderosas hormonas de mamá también empiezan a formar la base de este vínculo afectivo con tu bebé. Estas hormonas se producen durante todo el embarazo y se vuelven más fuertes a cada semana.

A medida que se va acercando la fecha prevista para el nacimiento, tu cerebro empieza a producir cantidades cada vez mayores de la hormona oxitocina, cuya función es la de despertar y fortalecer tus instintos maternales. También conocida como la "hormona del amor", la oxitocina es la responsable de las actitudes más maternales en los animales, desde los monos hasta los ratones, como cuidar, acurrucar y limpiar al bebé. En las mamás que están embarazadas, la principal función de la oxitocina es reducir el estrés y a la vez aumentar el deseo y la ilusión de prepararse para la llegada del bebé.

Esta hormona ha sido tema de muchos estudios científicos en los últimos años. Algunos estudios con animales sugieren que la oxitocina cumple un papel importantísimo en muchos de los comportamientos sociales, desde la crianza de los bebés hasta la formación de relaciones sólidas y duraderas. Los animales que no producen oxitocina ignoran a sus crías y buscan diferentes parejas cada temporada. Los animales de especies que sí producen la hormona tienden a ser padres cuidadosos y a formar parejas duraderas. O sea que cuando tu organismo empieza a bombear más oxitocina durante el embarazo, es como si por tus venas estuviera circulando más amor.

Tu bebé también empieza a crear un fuerte vínculo afectivo contigo, incluso antes de nacer. Los estudios demuestran que su corazoncito late un poco más fuerte cuando escucha tu voz, cuyo sonido seguirá estimulándolo y reconfortándolo durante muchos años.

Si eres el papá, o una mamá o un papá adoptivo que está esperando la llegada de su bebé, o el papá o la mamá secundario en una pareja del mismo sexo, no sentirás los efectos de estos cambios hormonales ni del acercamiento físico que experimenta una mujer embarazada con su bebé desde antes del nacimiento. Pero no te preocupes, porque tu vínculo afectivo con tu hijito no quedará perjudicado.

Los bebés, y también los niños más grandes, tienen la capacidad de formar fuertes vínculos con cualquier persona que los cuide y responda a sus necesidades físicas y emocionales. Según la teoría del apego (el principio psicológico básico que rige las relaciones humanas) las personas de todas las edades crean vínculos fuertes y profundos con otras personas que les proporcionan seguridad y apoyo.

La habilidad y el deseo de formar esta clase de uniones es algo que jamás perdemos, o sea que nunca es demasiado tarde para crear un vínculo afectivo con un niño, dice Carol Wilson, una psicóloga de Franklin & Marshall College en la ciudad de Lancaster, Pensilvania. "Cualquier persona que lo cuide puede convertirse en una figura muy querida y cercana", explica.

Tu bebé y tú: dos adictos al amor

Cuando estás de parto, a medida que las contracciones progresan, el flujo de oxitocina en tu cerebro y en tu sangre se va transformando en un torrente. Entre sus muchas funciones, esta hormona es la responsable de las contracciones uterinas y de empezar a estimular el flujo de la leche materna. (Funciona tan bien que los médicos a menudo les administran pitocina, que es una forma sintética de la oxitocina, a las mujeres a través de una sonda intravenosa para inducir el parto.)

Cuando tengas en brazos por primera vez a tu recién nacido, ya estarás prácticamente nadando en oxitocina. Esta poderosa hormona es capaz de echar a un lado la fatiga y el dolor del parto, y sustituirlos por una gran sensación de euforia y amor. De acuerdo con el pediatra y especialista en el desarrollo infantil Marshall Klaus, el poder de la oxitocina es tan grande que en los hospitales donde se permite que las madres tengan en brazos y amamanten a sus bebés durante la primera hora tras el parto los casos de bebés abandonados son prácticamente inexistentes.

Pero no creas que los hombres son inmunes a los encantos de sus bebés o a los efectos de la oxitocina. Al igual que les sucede a sus parejas, los papás también reciben una buena dosis de la hormona del amor cuando ven por primera vez a sus pequeños. Eso explicaría las fuertes e inesperadas emociones que muchas veces arrebatan a los papás en la sala de partos.

El papá Steve Bradley nos cuenta que nunca había pensado demasiado en la paternidad, ni siquiera cuando su esposa alcanzó la fase final del embarazo. Ni mucho menos esperaba llorar cuando nació su hija. Pero no pudo contener las lágrimas al verle la carita a la pequeña Olivia: "Era como si lo hubiera estado negando, hasta que (durante el parto) se le empezó a asomar la cabecita", dice él. "Nació con la carita hacia arriba, mirándome a mí primero".

Los papás también pasan por otros cambios biológicos significativos. Un estudio realizado en Canadá en 2001 encontró que en los hombres los niveles de la hormona testosterona tienden a caer (al menos durante los primeros meses) cuando son padres por primera vez. Más intrigante aún es el hecho de que algunos hombres empiezan a producir más estrógeno, lo cual podría ser una prueba del poder transformador de la paternidad. Según Diane Witt, una neurocientífica de la Fundación Nacional de Ciencias (National Science Foundation), el estrógeno hace que el cerebro se vuelva más sensible a la oxitocina, y esto supuestamente estimularía en los padres el deseo de amar, cuidar y proteger a sus bebés.

La oxitocina, sin embargo, no es el único componente químico del amor. También la dopamina, que es la base de las sensaciones de placer y bienestar en el cerebro, cumple un papel importante en el desarrollo del apego, tanto para ti como para tu bebé. Siempre que tienes en brazos, amamantas o meces a tu bebé los dos reciben una dosis de esta sustancia como recompensa.

Mientras tú disfrutas la agradable sensación que te brinda, la dopamina que recibe tu bebé le está ayudando a conectarse emocionalmente contigo. En 2004, un grupo de estudiosos italianos sacó esta conclusión al observar el comportamiento de bebés ratones. A los ratoncitos que no podían sentir la dopamina no parecía importarles si su madre estaba presente o no. Este experimento es la principal evidencia de que la dopamina cumple un papel crucial en el apego entre madre e hijo. Los padres adoptivos también disfrutan los efectos de la oxitocina y la dopamina cuando están con sus hijos, dice Witt; y también los hijos adoptivos, como todos los niños que han desarrollado un apego sano con quienes los cuidan, reciben dosis frecuentes de dopamina al estar con sus padres.

Por cierto, la dopamina es la misma sustancia que les da la sensación de bienestar a las personas que usan drogas como la heroína o la cocaína. En el fondo, los adictos a las drogas no buscan más que la misma sensación que fluye naturalmente en una relación ideal entre padres e hijos. La diferencia es que el amor paternal es infinitamente más sano.

¿Qué pasa si no siento ese fuerte apego inmediatamente?

Más o menos el 30 por ciento de las madres no se sienten inmediatamente enamoradas de sus bebés, y a menudo esto se debe a que el niño, o el proceso de nacimiento, no correspondió a sus expectativas. En estos casos, la decepción, el estrés y el agotamiento a veces ahogan las fuertes hormonas del amor, pero no por mucho tiempo. La gran mayoría de los padres desarrollan un fuerte vínculo afectivo con sus bebés durante los primeros meses.

Carrie Hook, una consejera que trabaja en programas de prevención de abuso infantil quien también es madre de tres niños, dice que no tuvo la oportunidad de apegarse a su primer bebé desde el primer instante. Tras un largo y doloroso parto, su pequeña hija Madison nació con un poco de meconio en los pulmones y las enfermeras se la tuvieron que llevar inmediatamente.

A Hook no la permitieron amamantar a su hijita o siquiera sostenerla durante al menos ocho horas. Cuando finalmente se la trajeron, a la mamá le costó conectarse con la pequeña llorona que tenía en brazos. "Siempre imaginé que mi bebé nacería y me enamoraría instantáneamente de ella", cuenta Carrie Hook, "nunca pensé que tendría que controlarme para no tratar de estrangularla". De repente, Carrie ya no estaba tan segura de que estaba lista para ser madre.

Carrie Hook siempre les cuenta su historia a otras mamás a quienes les preocupa la posibilidad de no conectarse inmediatamente con sus bebés. Su historia tiene un final feliz: con el tiempo la pequeña Madison dejó de llorar, Carrie empezó a sentirse más confiada como madre y las dos se enamoraron profundamente.

Si no te es posible tener en brazos a tu bebé inmediatamente después de dar a luz, no te desesperes. En realidad no hay una "ventanita" mágica que hay que aprovechar antes de que desaparezca la oportunidad, explica Witt, la neurocientífica de la Fundación Nacional de Ciencias. Tanto en los casos de padres adoptivos, padres de bebés prematuros, mujeres que tienen complicaciones durante el parto y muchas otras ocasiones en que la mamá no puede estar con su recién nacido inmediatamente, no faltará tiempo para que los dos se apeguen y se enamoren.

Sin embargo, si tu bebé nace prematuro y tiene que permanecer unos días o semanas en la incubadora, insiste en pasar el mayor tiempo posible a su lado, y lo más pronto posible, por el bien de tu bebé. Estudios recientes demuestran que el contacto piel a piel con la madre, conocido como el "método canguro", es una de las mejores terapias que hay para los bebés prematuros.

Las caricias de papá no son menos importantes para el bebé, y pueden calmarlo tanto como las de la mamá. Un estudio con bebés prematuros en unidades neonatales de cuidados intensivos demostró que el cariño de papá puede producir beneficios profundos y duraderos. Los bebés que recibieron visitas de sus papás regularmente, no sólo aumentaron más peso durante su estadía en el hospital, sino que también mostraron un mejor desarrollo emocional 18 meses después, probablemente porque continuaron recibiendo mucha atención de parte de sus padres al salir del hospital.

De la misma forma, si tienes un parto con cesárea y no puedes tener en brazos a tu bebé inmediatamente, pídele a papá que lo haga. Un estudio realizado en 2007 con bebés nacidos mediante cesáreas señaló que el contacto piel a piel con el papá reducía el llanto del bebé y los inducía a echarse su primera siesta fuera del vientre de mamá.

El amor crece con el tiempo, tanto para ti como para tu bebé. Si estás con tu hijito durante la primera hora en que esté despierto, puede que te mire a los ojos y memorice tu rostro, o al menos una versión borrosa de tu rostro. Más adelante, sus primeras sonrisas les ayudarán a los dos a acercarse aún más. Un estudio publicado en la revista Pediatrics en 2008 reveló que cuando las madres miraban fotos de sus propios bebés sonriendo, se iluminaban en sus cerebros las área asociadas con la sustancia química dopamina, responsable de la sensación de placer y bienestar.

Sin embargo, los vínculos emocionales significativos contigo y con otras personas importantes en su vida no se desarrollarán hasta que tu bebé tenga entre 7 y 8 meses de edad, explica Julia Braungart-Rieker, una profesora adjunta de psicología en la Universidad de Notre Dame.

Tu bebé se apegará mucho a las personas que lo tengan en brazos cuando llore y lo alimenten cuando tenga hambre. Sentirá tu falta cuando te alejes y se pondrá feliz cuando regreses. No se tratará exactamente del "amor" que conocemos como adultos, pero será el sentimiento más fuerte y profundo que conocerá hasta ese momento.

Recuerda: Es imposible "malcriar" a un bebé con demasiado amor, atención y cariño, dice Emma Adam, una psicóloga especializada en el desarrollo en la Universidad del Noroeste (Northwestern University). Cuando reconfortas a tu niño, estás construyendo una base de confianza y afecto que durará toda la vida.

De 12 a 36 meses: ¿Son las pataletas una muestra de afecto?

El vínculo entre tu hijito y tú se va haciendo más fuerte a medida que tu niño crece, aunque parezca que se pasa la mayor parte del tiempo gritando y pataleando. De hecho, esos berrinches son una prueba del estrecho lazo que existe entre ustedes dos.

Las pataletas de los niños pequeños son más o menos como las peleas de los enamorados, aclara Emma Adam. "Sólo son capaces de llorar descontroladamente porque te quieren mucho", dice ella. En otras palabras, tu niño jamás podría sentirse tan decepcionado o enojado si antes no hubiera confiado profundamente en ti.

Aunque te sientas increíblemente frustrada con tu niño en esta edad crítica, eso no significa que vayas a dejar de quererlo. Recuerda que tienes la naturaleza a tu favor. Estudiosos en Inglaterra han escaneado el cerebro de 20 madres mientras miraban fotos de sus propios niños de 12 a 36 meses. El área del cerebro responsable del placer (la zona que también está relacionada con el amor romántico) se encendió como un árbol de Navidad. El área que juzga y critica, sin embargo, prácticamente se apagó por completo.

A la mamá Jen Harrington ciertamente le cuesta ver cualquier aspecto negativo en su hijo, incluso ahora que ya cumplió 5 añitos. Era uno de esos chiquitines angelicales y muy buenos que los otros padres envidian. ("Cuando era bebé, a veces bromeábamos que le íbamos a pinchar para comprobar si verdaderamente era capaz de llorar", cuenta ella.) Pero esa admiración por su buen comportamiento no les impide ni a ella ni a su marido estar igualmente enamorados de su hijita Abigail, quien llora y grita sin parar y tiene de testaruda lo que su hermanito tiene de tranquilo y bien portado.

"Antes de que naciera mi hija, me preocupaba no poder amar a otro niño de la misma forma que amo a mi hijo Josh", dice Jen Harrington, "pero ahora sé que sí puedo".

Tu niño ahora conoce una amplia variedad de emociones. Si permaneces en una tienda con él más de 15 minutos, es muy probable que las observes todas. Pero aún no comprende totalmente el concepto de "amor" como tú lo comprendes. A esta edad, los niños a menudo usan la palabra amor para demasiadas cosas: dicen que te aman, pero también dicen que aman a sus libros y juguetes, o su cereal favorito. (No olvides que éstas son las mismas criaturitas que suelen llamar "guau-guau" a todos los animales de cuatro patas.)

De todas formas, no dudes que ocupas un lugar muy especial en el universo de tu niño. Él sabe bien lo importante que eres, y cuando algo le duele o necesita cariño, no corre a pedirle ayuda a sus juguetes ni a la caja de cereal. "Los niños buscan la ayuda de las personas en quienes más confían", explica Braungart-Rieker, la psicóloga de la Universidad de Notre Dame.

Los preescolares y los niños grandes: Un amor más refinado

No te asustes si a medida que tu niño crece empieza a ocultar sus sentimientos. En parte, esto ocurrirá por la presión que siente de mostrar a sus compañeritos que ya es mayor, y en parte porque a esta edad, expresar todo lo que siente sería muy agotador para un niño.

Por otro lado, algunos los niños mayores son increíblemente afectuosos. Josh, el hijito de Jen Harrington, actúa como si sus padres necesitaran constantemente sus demostraciones de cariño. "Cuando lo llevo al colegio, no puedo despedirme sin que antes me diga cuánto me quiere", cuenta Jen.

Pero aunque tu niño no te abrace a todo instante, verás que manifiesta su amor de muchas otras maneras. A algunos les encanta revelarte todos sus secretos, mientras que otros son naturalmente más reservados. Lo importante para que el amor fluya en ambos sentidos es que estés siempre disponible y lista para escucharle cuando tu niño te necesite.

Ese amor posesivo y "empalagoso" de la primera infancia poco a poco se transforma en algo más intenso y complicado. Tu niño ahora es capaz de sentir empatía hacia ti y los demás, y empezará a amarte por ser quien eres, y no sólo por ser quien lo cuida.

Como preescolar, puede que disfrute dormir una noche en casa de la abuelita, aunque no tardará en implorar que vayas a recogerlo. Al mismo tiempo, empezará a querer ser más independiente, lo cual significa que ahora más que nunca necesitará tu amor y apoyo.

"Aunque parezca contradictorio, cuanto más seguridad le des a un niño, más independiente podrá ser", dice la psicóloga Emma Adam.

Hasta cuando esté luchando por ser su propia personita, tu niño no logrará romper el fuerte vínculo que lo une a ti. La conexión que hay entre ustedes viene desde que estaba en tu vientre, y se ha ido fortaleciendo a través del cariño, los recuerdos y, como no, las hormonas.

Cuando una madre asiste a una presentación de teatro en la escuela de su pequeño de 8 años, recibe una pequeña dosis de oxitocina, que literalmente le produce recuerdos de las primeras horas con su bebé. Cuando los padres, padrastros o padres adoptivos besan una herida para que se "ponga buena" o ayudan a su hijo con la tarea escolar, están fortaleciendo un vínculo que durará muchos años. Y eso es suficiente para que se vuelvan a enamorar completamente.

Las siete maravillas de BabyCenter: Señales de que tu hijo te ama de verdad


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1. Tu recién nacido te mira fijamente a los ojos: eso significa que se está esforzando por memorizar tu fisonomía. No entiende nada más sobre el mundo al cual acaba de llegar, pero ya sabe que eres importante para él.
2. Tu bebé piensa en ti incluso cuando no estás presente. Entre los 8 y los 12 meses de edad, empezará a fruncir el ceño y buscarte por todos los lados cuando salgas de la habitación, y sonreirá cuando regreses.
3. Tu niño de 12 a 36 meses tiene berrinches espeluznantes. No te asustes, porque esas terribles bullas no significan que te ha dejado de querer. La verdad es que no se sentiría con la confianza de mostrarse tan lastimado o enojado si no estuviera seguro de que lo seguirías amando después de la pataleta.
4. Tu niño de 12 a 36 meses corre hacia ti para que lo consueles cuando se cae o está triste. A esta edad los niños aún no entienden completamente el significado de las palabras "te amo", pero sus actitudes te lo dicen todo.
5. Tu preescolar te regala una flor recogida en el jardín, un corazón pintado con sus deditos, una piedra de colores o algún otro obsequio muy especial.
6. Tu preescolar quiere tu aprobación. Trata de ayudarte en todo lo que haces y busca oportunidades de llamar tu atención. "¡Mírame, Mami!" son sus palabras favoritas.
7. Tu niño en edad escolar te cuenta sus secretos, como su primer amor o algo muy vergonzoso que le ha pasado. Eres su confidente, aunque en público huya de tus abrazos y besos.


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