jueves, 16 de febrero de 2012

Las HISTORIA DE VITARTE/obreras en la conquista de la jornada de las 8 horas


Las obreras en la conquista de la jornada de las 8 horas

Recuerdos de don Julio Portocarrero*
Por Zoila Hernández y Frida Both
(Texto editado por primera vez en 1984)
Poco o casi nada registra la historia sindical  organizada acerca de la lucha de las obreras por la conquista de las 8 horas.  Pero ellas han existido, han estado allí, codo a codo con sus congéneres de humanidad.
Buscándola por la ciudad de Lima, dimos con la calle Yavarì del barrio de Chacra Colorada.  Un pequeño solar popular nos sirvió de entrada.  Miramos la puerta 102 y empezamos a retroceder en el tiempo.  A don Julio Portocarrero, lo encontramos solo pero sonriente.  Con su voz pausada, su mirada tierna y sus cabellos blancos, nos remontamos a 1910.
Yo nací en 1898, nos dice.  Entré a trabajar en Vitarte a los 12 años, pero me comprometí con Esther posteriormente, a fines de los años 18. La conocí en la fábrica.  Nos conocimos como se conocen los obreros, en un centro de trabajo.  Ella era 10 años mayor que yo. 
Con la lucidez que le dan sus experiencias, Julio Poartocarrero, uno de los escasos octogenarios obreros textiles de Vitarte, compañero de lucha de José Carlos Mariátegui, nos cuenta cómo las mujeres trabajaban en la fábrica, el trato de que eran objeto por parte de los capataces que antes de estar organizadas gremialmente tuvieron que soportar sus abusos.  También de su doble  y triple jornada de trabajo;  de las veladas literarias a las que asistían y de su participación en las comisiones en momentos de huelga.
Sumidas en las dos primeras décadas de este siglo, vamos por el pequeño pueblo de Vitarte, ubicamos la única fábrica textil que existía, y vemos cómo hombres y mujeres tejían fuertemente de hilo a hilo sus más caros anhelos: la reducción de la jornada de 18 a 8 horas.  Datos sueltos y desperdigados nos hablan de la participación colectiva de las mujeres en  la conquista  de estos anhelos.  Madres, esposas, hijas, obreras, eran un mismo sujeto cuando de reivindicaciones se trataba.
LAS VITARTINAS
Las Vitartinas de 1911 son un claro ejemplo.  Ellas apoyaban las 8 horas y el aumento del salario. Es así como en ausencia de los obreros por la huelga decidida, defendiendo los intereses de éstos, solas, las vitartinas entraron en  enfrentamiento campal con los rompehuelgas que intentaban hacer funcionar las máquinas.  Pero ellas no pararon hasta hacerlos huir.
Las vitartinas eran esta simbiosis de mujeres.  Y Eusebia Raymundo, madre de Julio Portocarrero, fue una de ellas.  En los duros momentos de la lucha gremial, ella tenía silencios decisorios.  He tenido la suerte, acota don Julio, de tener a mi madre ahí en Vitarte.  Nunca supo decirme, “hijo no te vayas a meter, fíjate cómo vamos a estar, cómo vamos a seguir viviendo, no te mayas a meter”.
Ella participó en todas las conquistas de su tiempo,  además de ser asidua asistente de las asambleas obreras y de las clases de la universidad popular a las que no faltaba.
Junto con la madre del obrero Guillén Pasquel y Maria Rodenes, esposa del obrero Ricardo Ramos y otras mujeres. Todas colaboraban en la olla común, “ya sea escogiendo el arroz, pelando las papas, lavando  y ordenando todo lo que era de ordenarse para recibir la alimentación, como nos relata don Julio. Eusebia Raymundo estuvo igualmente en primera fila, al lado de su hija Alejandrina –también obrera textil- en la gran huelga de diciembre de 1914-15.
En esa ocasión, cuando habría que jugárselas cuidando la  fábrica para que no funcione hasta obtener una solución por el tiempo y el pago del jornal, los obreros y su familia tuvieron que tirarse a los rieles del tren para impedir que en uno de sus vagones, la empresa sacara fardos de género hacia Lima. Según nuestro testigo, la gente que estaba en la línea se ubicaba dispuesta a ser destrozada.  Pero hubo de todas maneras  muertos.
DOÑA ESTHER
Esther del Solar, a quien veremos con plena lucha decisoria por las 8 horas, ha sido hasta hace dos años, la compañera de esperanzas, alegrías  y tristezas de don Julio Portocarrero. Iqueña, llegó a Vitarte por los años 1912. Fue tejedora en textil Vitarte hasta 1930, formando parte del contingente de las 70 obreras y de los 420 trabajadores con que contaba la fábrica en ese entonces. Asimismo participó de todo el auge del movimiento sindical y socialista de su época.
A la fábrica se va a trabajar, recalca Julio Portocarrero, para aclararnos que todas las actividades del gremio se desarrollaban centralmente después del trabajo. Era pues saliendo de la fábrica que doña Esther del Solar, junto con Zoila Sotomayor, Esther Tejeda y otras mujeres se dedicaban al movimiento obrero. En momentos de calma; participaban de las reuniones culturales, de charlas, teatro y de la universidad popular posteriormente. En actuaciones de lucha, ingresaban a la activación de la huelga. Firmaban parte de las comisiones, ya sea para venir a Lima o para y traer leña del monte, como lo hacía la mayor parte de los varones adultos y muchachos. Doña Esther, según relata su compañero, impulsaba a los trabajadores, daba sus opiniones, se fijaba en lo que faltaba, sin que por esto, no existieran también discrepancias.
Tanto en 1914 como en1918, ella formó parte de los comités femeninos en apoyo a la lucha por las 8 horas. Pero en este último año, a nombre de los trabajadores de Vitarte, integra la vicepresidencia del Comité Directivo de Mujeres, que junto con otros comités femeninos de Tejidos El Progreso y de la Fábrica La Victoria, tendrían el peso de buscar el apoyo de todas las mujeres de Lima.
Es así como los nombres de Sara Narvarte, Maria Herrera, Margarita de Granda, Agustina Araníbar, Isabel Plaza, Maria Mito, Mercedes Navarro y otras, confirman su decidida actuación en la historia del movimiento obrero nacional.
ERAN MAS DECIDIDAS Y ENTUSIASTAS
Antes del 15 de enero de 1919, fecha de la conquista de las 8 horas, las mujeres salían a otras fábricas organizadas en comisiones  y acompañadas de un obrero. Iban a plantearles se unan a la huelga. En las afueras de las fábricas pedían a sus congéneres de sexo, su unidad por la causa.
Sin dejarse esperar, lograban aglutinar alrededor suyo a buen contingente femenino.
Una de estas experiencias aún tiene fresco en su memoria Julio Portocarrero, quien en compañía de  Alfredo Borjes y Agustina Araníbar, fueron comisionados a la textil El Progreso. Allí, Agustina Araníbar, se encargó de reunir a las mujeres. Eran las seis de la tarde, la hora de la salida. “Agustina les dijo que se acercaran, que íbamos a hablar sobre las 8 horas y ellas se mostraban muy entusiastas que incluso algunos hombres”
Hasta que se formó la gran asamblea donde se les decía, porqué se iba de fábrica en fábrica a hablarles, y por qué tenían que unirse.
Claro, nos decimos escuchándole. ¡Era el momento cumbre del movimiento obrero de entonces!
¿Pero por qué se dice que la mujer es más resistente a entrar a la lucha gremial? ¿Por qué las mujeres participaron luchando por las 8 horas, si en noviembre de 1918 se dio esta ley a favor de ellas y los niños? Por las informaciones orales y escritas que se tienen, las mujeres del medio obrero, nunca se mostraron resistentes a luchar por sus reivindicaciones.. “ellas siempre acataron los acuerdos de la mayoría”.
De otra parte, si las obreras, no se plegaron a ala conquista general de las 8 horas, a pesar de la ley a su 0favor, corrían el peligro de quedarse sin trabajo.
“El interés de la fábrica era que trabajasen 10 horas como venían haciéndolo. Si se entendía así la cosa, es fácil comprender cómo en un momento dado una mujer  puede tener mayor entusiasmo””, afirma  sonriente Portocarrero.
A este movimiento que logró paralizar casi todo el país, se unieron también otras trabajadoras como María La Rosa, quien llegó a Lima en representación de los obreros del valle de Huacho. “…la citada mujer leyó un discurso que había traído y el que era toda una arenga socialista”, menciona La Prensa en 1919. 
Penurias mas no desesperanzas pasó el movimiento obrero de ese tiempo, y muchos discursos brotaron para alentarse. Recogemos esta proclama del gremio de tejedores que resume la vitalidad obrera de ese tiempo: “Erguíos compañeros, altiva la frente, el puño airado, conquistemos nuestro bienestar!”
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* Fallecido líder sindical y fundador, junto con José Carlos Mariátegui, del Partido Socialista, y de la CGTP (NR,  abril 2009, T. Bellido)

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